El caso de los pararrayos radiactivos

1986
Tipo de publicación: Artículo, Publicidad
Índice A-Z: Riesgo radiactivo, Tóxicos

Parecía una buena idea usar la nueva tecnología nuclear para (supuestamente) mejorar la eficacia de los pararrayos, cuando la palabra «radiactivo», antes de ser una señal de peligro, parecía un indicador de tecnología moderna y de calidad.

Dos anuncios de colocación de pararrayos radiactivos del 21 y 27 de abril de 1968, y otro de retirada de los mismos, del 15 de febrero de 1986, publicados en La Vanguardia. Hemeroteca de La Vanguardia.

Una nota describe las dificultades con que tropezó Enresa para encontrar un almacenamiento de los pararrayos radiactivos retirados, un problema habitual de los residuos tóxicos.

Planeta Tierra (suplemento de El Independiente), 15 de enero de 1991.

Como cuenta David Page en este documentado artículo, durante aproximadamente dos décadas (de los 50 a los 70 del pasado siglo)se instalaron en España decenas de miles de pararrayos radiactivos, provistos de una punta dopada generalmente con americio-241, un material radiactivo, que supuestamente ionizaba el aire alrededor y por lo tanto atraía el rayo con más eficacia, impidiendo que causara daños.

A mediados de la década de 1980 se reconoció que sembrar los tejados y azoteas de todo el país con elementos radiactivos podía ser peligroso, y comenzó una larga retirada que ya ha alcanzado más de 20.000 unidades, y que continúa poco a poco. Se trata de un material radiactivo y por lo tanto sometido a la gestión de Enresa, la empresa nacional de residuos radiactivos, pero el riesgo derivado de su exposición es limitado, a no ser que se ingiera.

«España sigue encontrando decenas de pararrayos radiactivos 20 años después de cerrar el plan de retirada masiva» (El Periódico de España, 23 de abril de 2022).

Artículo actualizado el 02/01/2025