«Crece la ira contra los coches»

1991
Tipo de publicación: Artículo, Campaña
Índice A-Z: Atascos, Bicicleta, Ciudad, Coche, Cochefobia, Efecto invernadero, Siniestralidad, Tráfico, Velocidad

Un reportaje de 1991 que adelanta políticas y aspectos culturales de la relación del coche con la ciudad que tardarían un cuarto de siglo en hacerse (parcialmente) realidad.

«En grandes ciudades europeas crece la ira contra los coches». Así comienza este reportaje sobre el impacto de los coches en la ciudad. La secuencia fotográfica es un clásico de la divulgación ambiental que se ha repetido bastantes veces. Consiste en comparar el espacio ocupado por 40 automóviles, cada uno ocupado únicamente por su conductor, con esas 40 personas cómodamente sentadas en un autobús.

La coyuntura política en abril de 1991 era interesante. Se acercaban las elecciones municipales y el gobierno (del PSOE) planteaba un aumento de la velocidad en carretera. José Catalán se adelanta un cuarto de siglo cuando dice: «En Madrid, Barcelona y otras ciudades, la opinión pública entiende ya que hay que cerrar los centros históricos al tráfico privado. Es hora de votar». Madrid Central, la zona de restricción de tráfico del centro de Madrid, se estableció en 2018.

Según el periódico, el nuevo reglamento de Seguridad Vial pretendía aumentar las velocidades máximas en autovías y autopistas de 100/120 km/h a 120/130. También se critica la velocidad máxima en ciudad (60 km/h), mayor que la habitual en el resto de países europeos, de 50 km/h. En 2021 el límite de velocidad máxima en autopistas y autovías era de 120 km/h, 90 en carreteras convencionales, 50 en vías urbanas con dos o más carriles por sentido, 30 en vías urbanas con un único carril por sentido y 20 km/h en calles con plataforma única de calzada y acera. Esta pauta de velocidades máximas coincide casi exactamente con la que preconizaba la Federación Europea de Transportes y el Medio Ambiente en 1991, 30 años atrás.

Limitar las velocidades máximas implicaba una reducción de los accidentes de tráfico, pero también del consumo de combustible y de la emisión de contaminantes a la atmósfera, incluyendo el ruido. Aumentar la velocidad máxima permitida sería «contradictorio» «cuando la CE intenta llevar a cabo fuertes medidas para reducir los gases causantes del efecto invernadero». Aedenat y Con Bici también critican la política de construcción de anchas carreteras y de puesta en venta de coches capaces de alcanzar altas velocidades.

El resumen de un artículo de Der Spiegel conteniendo una severa crítica del coche termina con esta desoladora conclusión: «El dinero que ha sido invertido en autobuses y tranvías es dinero malgastado porque ningún conductor va a montar en ellos hasta que esté prohibido irse en coche».

Planeta Tierra (suplemento de El Independiente), 9 de abril de 1991

Artículo actualizado el 09/09/2022