Un interesante artículo publicado en 1955 que describe algunas sorprendentes características de la carretera de La Coruña, una de las vías de tráfico más denso de la península Ibérica, poco antes del comienzo de la motorización.
Esta carretera es «la preferida por los automovilistas y motoristas que no tienen que realizar un viaje determinado». Es decir, un espacio para pasear en coche, heredero lejano de los antiguos paseos en coche de caballos donde la buena sociedad iba a ver y a ser vista. Este concepto suena estrambótico hoy en día, pero recuerda que el automóvil, al principio, era en general simplemente un artículo de lujo para paseos y excursiones, sin ninguna pretensión de ser un artículo de extrema necesidad como ocurre hoy en día. El caso es que los automovilistas «la invaden los días festivos y las tardes de sus vísperas», lejos de los atascos de ida y venida al trabajo de las mañanas laborables.
La intensidad máxima del tráfico se midió en 1949, y era de 6.900 vehículos al día en el tramo más próximo a la ciudad. En el mapa de la DGT de 2018, este tramo tiene una IMD (intensidad media diaria)de 124.197. Medidas realizadas en 1951 mostraron un aumento de más del doble en la intensidad de circulación.
La composición del tráfico se midió en 1951 y 1955. Cambió muy notablemente: las motos pasaron de ser un 8,4% el primer año al 27% el segundo. En paralelo, los turismos bajaron del 72,3% al 57,9%. Las bicicletas no se movieron mucho: pasaron del 8,7% al 7,9%. El autor apostilla: «¿Cómo va a ser una autopista la carretera de La Coruña, por la que circulan bicicletas, carros y ¡hasta ganado!»
El previsible crecimiento del tráfico exigirá modificaciones de la carretera: «No serán necesarias las pistas para ciclistas, pues su número es relativamente pequeño». En el diagrama adjunto aparecen armoniosamente repartidos los espacios transversales de la carretera a partir del seto divisorio: calzada de vehículos, 7 metros, carril bici 2,5, calzada de peatones, 3,5. Esta situación cambiará a medida que el tráfico de coches aumente y «si continúa la tendencia en madrid a la disminución del tráfico ciclista, suprimiendo las pistas reservadas para bicicletas y ensanchando la calzada hasta 10,5 metros, con lo que su capacidad llegaría a los 6.000 vehículos hora».
Tras profetizar la construcción de un túnel para evitar a los automovilistas el penoso cruce del puerto de montaña (el túnel del Guadarrama, que se inauguró en 1963), el autor concluye: «el porvenir de esta carretera … es magnífico». La carretera de La Coruña, su dimensionamiento y manejo, fue un constante quebradero de cabeza de la administración urbanística en las décadas por venir, un forcejeo continuo entre crecientes y en apariencia inagotables demandas de más espacio para los coches y otras consideraciones de carácter más protector del medio ambiente.
Gran Madrid, nº 30, 1955. Biblioteca Digital Memoria de Madrid – Hemeroteca Municipal de Madrid