El teléfono inteligente pasó de cero a casi el 100% de cobertura en apenas una década, mientras que el coche eléctrico (tecnología creada a finales del siglo XIX), tras varios intentos frustrados, parece consolidarse, pero avanza a paso de tortuga. ¿podríamos sacar alguna conclusión comparando ambos modelos de propagación?
Es posible adquirir un smartphone perfectamente útil por menos de 100 euros, los modelos de alta gama pueden llegar a los 2.000, un rango de precios de 1/20. Por el contrario, el rango de precios del coche eléctrico es más limitado, entre los 25.000 y los 50.000 €, ½, (para coches con prestaciones comparables).
Los smartphones muy baratos tienen un adecuado nivel de prestaciones básicas. Por el contrario, coches eléctricos de autonomía mayor de 500 km. (el mínimo para ser usados como coches familiares) cuestan mucho dinero, fuera del alcance de muchas familias.
El smartphone es percibido como una gran y ventajoso avance sobre una tecnología anterior e inferior, el teléfono móvil de primera generación. Por el contrario, el coche eléctrico es visto como más caro y con prestaciones inferiores al coche de motor térmico que pretende sustituir.
El smartphone es una tecnología probada y consolidada, mientras que el coche eléctrico es tecnología percibida como verde y sin desarrollar.
El smartphone es literalmente imprescindible en nuestra sociedad: no se puede dar un paso sin él, desde manejar una cuenta bancaria a participar en un chat familiar. Por el contrario, se puede vivir perfectamente sin coche eléctrico (y en muchos entornos urbanos, sin coche a secas).
Las ventajas del smartphone son evidentes en sí mismas, no necesitan ninguna explicación. Por el contrario, el coche eléctrico tiene ventajas que necesitan ser detalladas: menos ruido y contaminación, posibilidad de acceder a ciudades con zonas de restricción de tráfico, aparcamiento gratis, etc.
La industria del smartphone avanza al unísono, ofreciendo versiones cada vez más refinadas de un producto básico (pantallas doble, conexión 5G, etc.). Por el contrario, la industria del automóvil todavía se mueve en la indefinición sobre qué producto quiere ofrecer al público, bajo el lema de «no renunciar a ninguna tecnología». Esto produce mucha confusión entre eléctricos puros, híbridos, modelos de hidrógeno o incluso motores térmicos muy eficientes.
La actuación de los poderes públicos es muy diferente en el caso del smartphone y del coche eléctrico. En este último caso, actúan activamente ofreciendo incentivos y desincentivos (Programa Moves, fecha de prohibición de coches de motor de explosión). Pero no hay una actuación legislativa tajante, como la prohibición de las lámparas de incandescencia.