Redimensionamiento
Es fácil encontrar elementos del ecosistema doméstico claramente sobredimensionados: buenos candidatos son los coches (como los SUV), sistemas de aire acondicionado funcionando día y noche, calentadores de agua de muchos litros para familias pequeñas. El concepto también se puede aplicar a la comida, una cuarta parte de la cual se tira a la basura, lo que indica un muy mal dimensionamiento de la compra de alimentos. También los objetos de plástico efímeros y desechables, desde maquinillas de afeitar a botellas de agua. Por el extremo opuesto, muchas familias tienen sistemas de transporte, climatización o alimentación claramente infradimensionados.
Soluciones realistas y a medida
Se trata de soluciones sostenibles a medida, capaces de beneficiar a los destinatarios analizando su huella ecológica, detectando problemas y proponiendo soluciones muy concretas y asequibles. Por ejemplo, un plan de aislamiento térmico bien diseñado y asquible en un edificio a partir de una correcta auditoría energética.
Del sacrificio y los rituales a la buena vida y las grandes soluciones
La vida eco-virtuosa se plantea en términos de privación y sacrificio (una vida sin carne o sin coche, por ejemplo) y de rituales cotidianos que hay que realizar hasta que los pequeños eco-gestos se conviertan en un hábito (apagar la luz al salir de un cuarto, cerrar el grifo cuando nos lavamos los dientes). Este enfoque está siendo superado por otro más realista, en el que la ciudadanía puede aprovechar las ventajas de la vida sostenible gracias a ofertas interesantes, como la drástica reducción del recibo de la luz o la notable mejora de la salud que viene cuando se usa menos el coche y se camina y se cocina más.
Ciencia ciudadana de la sostenibilidad cotidiana
Preguntas recurrentes como si conviene apagar la calefacción por la noche o si son más sostenibles las bolsas de plástico o las de papel forman la ciencia de la sostenibilidad cotidiana, que no suelen recibir respuestas claras en los medios de comunicación, lo que confunde al ciudadano que quiere transitar hacia la sostenibilidad. El concepto de ciencia ciudadana puede ser de gran ayuda en estos casos, pues todos somos expertos en los aspectos de la vida sostenible cotidiana que manejamos más de cerca. Poner en común este conocimiento sería muy útil.
Mapas de situación
El mejor ejemplo de un mapa de situación es el relativo al transporte, en que se puede marcar toda la pauta de desplazamientos y ver luego con facilidad como sustituir, en su caso, un medio de transporte por otro más cómodo y sostenible. También se pueden mapear las compras cotidianas de alimentos, de consumibles de todo tipo y de consumo de energía. En todos los casos, obtenemos mapas de situación que nos permiten tomar decisiones más sostenibles.
Limpieza y simplificación
El armario de la limpieza es el epítome de esta técnica, que consiste en sustituir una abundancia de productos potencialmente tóxicos por unos pocos de usop frecuente e inocuos. Pero también se puede aplicar a otros muchos aspectos, desde reducir la proliferación de apps del móvil a racionalizar y poner orden en un atestado frigorífico convertido en una máquina de estropear alimentos.
Saberes recuperados
Se trata de retornar al futuro, popularizando elementos sostenibles cotidianos tan útiles como el flexitarianismo, los edificios de consumo casi nulo, el SDDR (Sistema de Depósito, Devolución y Retorno de envases), el metro ligero o la slow fashion. Es decir, la cocina de la abuela (o más bien de los nietos), los edificios bien aislados, devolver el casco, el tranvía y la ropa de segunda mano.
Referencias:
El futuro de la vida sostenible: siete posibles direcciones de cambio
Los pijos urbanos y los saberes perdidos
Siete ideas gráficas para mejorar tu vida